martes, 13 de marzo de 2012

VIDA PÚBLICA Y VIDA PRIVADA

Laura Mejía Restrepo.
Ética, medios y privacidad...


Hoy, se entiende como vida privada al ámbito de la vida personal de un individuo que se desarrolla en un espacio reservado y puede o debe mantenerse confidencial[1].


 Yo también lo veo de esta manera, y los comunicadores y periodista tenemos mucho que hablar sobre este concepto de vida privada y vida pública, porque a veces, por su falta de comprensión, se puede atentar a la convicción que tenemos los periodistas a cerca de la ética.

Según el documento “Los límites cambiantes de la vida pública y privada” de John B. Thompson, la esfera privada era la esfera de la casa y de la familia. El rasgo distintivo del mundo privado, a los ojos de Arendt, era constituir el espacio donde los seres humanos vivían juntos llevados por sus deseos y necesidades[2]. Por esto, se sigue asumiendo que cualquier individuo desempeña su vida privada bajo la imagen de un hogar o una casa.

Por el contrario, la esfera pública se definía, y yo la seguiría definiendo como un espacio de aparición en el cual las cosas dichas y hechas podían ser vistas y oídas por los demás, haciendo que los otros actuaran como testigos[3]
 
Habiendo ya mencionado esa definición anterior de vida pública y privada, podemos entrar al mundo que desarrolla un periodista y el uso que le da en la prensa, especialmente en la política, estos dos conceptos.


Hoy en día, hay infinidad de personas llamadas “de vida pública” porque precisamente, sus apariciones se hacen cumpliendo con esa definición anterior, en donde cualquier persona puede ver y oír lo que hacen y dicen. Ya no es solamente en la política como antes, sino que en estos tiempos han aparecido infinidad de personajes de varios medios y profesiones que hacen de sus apariciones algo interesante para el público.

No podemos negar, que al mencionar “medios” hablamos de los comunicadores y periodista, quienes somos responsables de que la vida de las personas sea pública, los intereses colectivos, son los que ameritan que se publique un acto o discurso de quien sea que lo maneje.

En la política, es común, los sujetos políticos se hacen necesarios e importantes para una sociedad, crean la necesidad de sus actos en el público, quienes a su vez, demandan más sobre sus actos, sus discursos y su vida privada.


 Entramos pues, al concepto de vida privada que se ha venido convirtiendo en vida pública, porque precisamente la demanda de la sociedad hace que cada vez se quiera conocer más de un personaje y no se conforma con ver lo que hacen o dicen que verdaderamente sea de interés colectivo, sino que como por arte de magia esa privacidad se ve invadida porque se trata de un “personaje público”, es decir, que todos tenemos derecho a saber qué hace, qué dice y qué no.

Hay que tener en cuenta que hoy en día los medios no son sólo la televisión, la radio y la prensa. Los medios se masificaron de tal modo que entraron en la Internet y se regaron por las redes sociales, en donde vemos muy interesante la concepción de vida pública y privada. Dice Mario Vargas Llosa en una columna realizada en 2011 para el diario El País: “La revolución audiovisual de nuestro tiempo ha violentado las barreras que la censura oponía a la libre información y a la disidencia crítica y gracias a ello los regímenes autoritarios tienen muchas menos posibilidades que en el pasado de mantener a sus pueblos en la ignorancia y de manipular a la opinión pública. Eso, desde luego, constituye un gran progreso para la cultura de la libertad y hay que aprovecharlo. Pero de allí a concluir que la prodigiosa transformación de las comunicaciones que ha significado Internet autoriza a los internautas a saberlo todo y divulgar todo lo que ocurre bajo el sol (o bajo la luna), haciendo desaparecer de una vez por todas la demarcación entre lo público y lo privado hay un abismo, que, si lo abolimos, podría significar, no una hazaña libertaria sino pura y simplemente un liberticidio que, además de socavar los cimientos de la democracia, infligiría un rudo golpe a la civilización”[4].


 No sólo los medios permiten entrar y conocer la vida de todo agente de la vida pública sino que también los mismos usuarios se vuelven “periodistas” de cada hecho que encuentran “interesante” y lo publican fácilmente. Esto en todo aspecto, y principalmente en el político, que en estos tiempos causa gran polémica no sólo en Colombia sino en el resto del mundo.

Un ejemplo importante de esta “invasión” a la vida privada, se presenta con el caso Wikileaks en donde se han puesto públicos miles de documentos políticos que tienen como protagonistas a varias personas, amenazando así su carrera política. Mario Vargas Llosa, en su columna de El País también comenta algo muy interesante y es que “Ninguna democracia podría funcionar si desapareciera la confidencialidad de las comunicaciones entre funcionarios y autoridades ni tendría consistencia ninguna forma de política en los campos de la diplomacia, la defensa, la seguridad, el orden público y hasta la economía si los procesos que determinan esas políticas fueron expuestos totalmente a la luz pública en todas sus instancias. El resultado de semejante exhibicionismo informativo sería la parálisis de las instituciones y facilitaría a las organizaciones anti democráticas el trabar y anular todas las iniciativas reñidas con sus designios autoritarios. El libertinaje informativo no tiene nada que ver con la libertad de expresión y está más bien en sus antípodas”[5].


 Con lo anterior estoy de acuerdo, pero pensaría que los hechos se deben llevar de manera limpia y los periodistas tenemos derecho a informar sobre cualquier cosa mal tratada en el ámbito público, y más si afectase a la sociedad en donde se lleva a cabo. El personaje público se hace público por sí mismo y por ende, debe atenerse a ser protagonista de cualquier mención o escándalo. Pero eso no quiere decir, eso sí, que su vida privada, la que menciona Arendt, que es de la familia o el hogar, tenga que estar involucrada, porque desde ahí el periodista comienza a perder la ética del respeto para pensar como un ser ambicioso que sólo desea generar opinión en asuntos que no le competen sino al portagonista.


Bibliografía:

[1] Wikipedia. Privacidad. En línea [http://es.wikipedia.org/wiki/Privacidad]
[2] THOMPSON JOHN B. Los límites cambiantes de la vida pública y privada. Comunicación y sociedad. Pag. 13. 14.
[3] [3] THOMPSON JOHN B. Los límites cambiantes de la vida pública y privada. Comunicación y sociedad. Pag. 14.
[4] VARGAS LLOSA, MARIO. Lo privado y lo público. Diario El País. En línea [http://elpais.com/diario/2011/01/16/opinion/1295132410_850215.html]  16, enero de 2011.
[5] VARGAS LLOSA, MARIO. Lo privado y lo público. Diario El País. En línea [http://elpais.com/diario/2011/01/16/opinion/1295132410_850215.html]  16, enero de 2011.

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